3-12 El Espiritu Santo en la Eucaristia

 Programa Catequético

Tercer Nivel

Tema XII

El Espíritu Santo en la Eucaristia






    El Espíritu Santo está presente en cada acción la Iglesia, en cada elemento que apoye la evangelización, en cada acción de los miembros de la Iglesia, cuando estos se disponen a servir son sus palabras y sus acciones al crecimiento ella.

    Es necesario despertar en nosotros la conciencia del papel decisivo que desempeña el Espíritu Santo en el desarrollo y en la profundización de los misterios divinos. El Paráclito, es el primer don para los creyentes, que actúa ya en la creación (ver cf. Gn 1,2), está plenamente presente en toda la vida del Verbo encarnado (de nuestro Señor Jesus); en efecto, Jesucristo fue concebido por la Virgen María por obra del Espíritu Santo (ver: cf. Mt 1,18; Lc 1,35); al comienzo de su misión pública, a orillas del Jordán, lo ve bajar sobre sí en forma de paloma (cf. Mt 3,16); y por este mismo Espíritu Nuestro Señor se ofrece así mismo (cf. Hb 9,14). En el momento en que se acerca la hora de la pasión y Jesús se despide se sus discípulos dándoles consejos, él establece una clara relación entre el don de su vida en el misterio pascual y el don del Espíritu a los suyos (ver: cf. Jn 16,7).

     Una vez resucitado, llevando en su carne las señales de la pasión, Él infunde el Espíritu (cf. Jn 20,22), haciendo a los suyos partícipes de su propia misión, la de anunciar el mensaje de amor del Padre (cf. Jn 20,21). Será el Espíritu quien enseñe después a los discípulos todas las cosas y les recuerde todo lo que Cristo ha dicho (cf. Jn 14,26), porque corresponde a Él, como Espíritu de la verdad (cf. Jn 15,26), guiarlos hasta la verdad completa (cf. Jn 16,13). En el relato de los Hechos, el Espíritu desciende sobre los Apóstoles reunidos en oración con María el día de Pentecostés (cf. 2,1-4), y los anima a la misión de anunciar a todos los pueblos la buena noticia. Por tanto, Cristo mismo, en virtud de la acción del Espíritu, está presente y operante en su Iglesia, desde su centro vital que es la Eucaristía.

    En resumen, ¿qué debemos entender de todo esto?

    Pues que el Espíritu Santo que está presente en cada acción de la Iglesia por pequeña se esta sea, está presente y opera en toda la eucaristía, y de modo pleno, el Espíritu Santo actúa en el momento en que el sacerdote predica el evangelio a los fieles, es decir, lo explica en la homilía, y en el momento en que en el sacerdote pronuncia las palabras de Jesús Nuestro Señor y bendice el pan y el vino, en esta acción y en estas palabras.

    El Espíritu utiliza al sacerdote como un vehículo por el cual la gracia de Dios llega hasta nosotros. El Espíritu santo  no deja de actuar junto a Cristo para manifestar la voluntad de Dios Padre, en la eucaristía, el sacerdote actúa no en su propio nombre, en otras palabras, no lo hace bajo su propia autoridad, sino bajo la autoridad de Cristo, en nombre de Cristo, pues el sacerdote ungido por el sacramento del orden sacerdotal recibe en su ser, en su alma un sello que lo transforma en un instrumento para administrar los sacramentos y máxime la eucaristía.

    Para nuestra fe decir que el sacerdote actúa en nombre de Cristo, y pronuncia las palabras de Cristo, quiere decir, que es el mismo Señor Jesús el que actúa en el sacerdote. Nuestro Señor se hace presente en mediante el sacerdote para darnos otra vez su cuerpo y su sangre. Este es un misterio, pero es algo real,  que descubrimos mediante la fe que también el mismo Espíritu Santo guía y alimenta con las palabras, oraciones y enseñanzas durante la misa y con el mismo cuerpo de Cristo eucaristía. Todo se realiza por el poder el Espiritu Santo que hemos recibido de Cristo al resucitar de entre los muertos, que desenció sobre los apostoles en pentecostes y que cada cristiano recibe en el bautismo y con el cual tiene la responsabilidad de mantenerse en comunión mediante las buenas obras segun el mandamiento del amor.


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