Catequesis
Parroquial
III Nivel
Tema:
El Espíritu Santo en los sacramentos de iniciación cristiana:
Bautismo, Confirmación y Comunión
El Bautismo es el
sacramento, por medio del cual, el hombre nace a la vida espiritual, por medio
del agua y la invocación a la Santísima Trinidad.
El Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, es el pórtico de la
Vida en el Espíritu, y además es la puerta que nos abre el acceso a los otros
sacramentos. Por el Bautismo, somos liberados del pecado y regenerados como
hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo, y somos incorporados a la
Iglesia, haciéndonos partícipes de su misión. (Catec. 1213)
Este sacramento se llama "Bautismo", en razón del elemento esencial
del rito, es decir, el "bautizar" (baptizein en griego) que significa
"sumergir", "introducir dentro del agua"; la
"inmersión" (hoy día lo hacemos en una pila bautismal a los niños porque
es más práctico, anteriormente se hacía incluso en una piscina).
La "inmersión", significa eficazmente la bajada del cristiano al
sepulcro muriendo al pecado con Cristo, para así junto con Él, obtener una
nueva vida en su resurrección. "Fuimos, pues, con El sepultados por el
bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo resucitamos de entre
los muertos por medio de la gloria del Padre, y así también nosotros vivamos
una nueva vida”. (leer Efesios 5, 26 ).
Este Sacramento es llamado también "baño de regeneración y de renovación
del Espíritu Santo ", (Tito.3, 5), porque significa y realiza ese
nacimiento del agua y del Espíritu sin el cual "nadie puede entrar en el
Reino de Dios." (Jn. 3,5).
"Este baño es llamado también porque, para quienes reciben, el espíritu
queda iluminado...". El bautizado se convierte en "hijo de la
luz" (1Tessalonicenses 5,5), y en "luz" él mismo. (Efesios 5,8
).
Podemos decir que, el Bautismo es el más bello y magnifico de los dones de
Dios...... Es "Don", porque Dios se lo da a los que nada han hecho
para recibirlo y que se encuentran en un estado de pecado. Es porque lava;
"Sello", porque nos guarda y es signo de la soberanía de Dios.
¿Cuándo es instituido este sacramento?
En las Sagradas Escrituras se encuentran muchas prefiguraciones de este
sacramento. De esto se hace memoria en la Vigilia Pascual cuando se bendice el
agua bautismal.
El Génesis nos habla del agua como fuente de la vida y de la fecundidad. La
Sagrada Escritura dice que el Espíritu de Dios "se cernía" sobre ella
(Gn. 1,2).
El arca de Noé es otra de las prefiguraciones que la Iglesia nos menciona. Por
el arca, "unos pocos, es decir ocho personas, fueron salvadas a través del
agua." (1 P. 3, 20). Si el agua de manantial significa la vida, el agua en
el mar es un símbolo de la muerte. Por lo cual, pudo ser símbolo del misterio
de la cruz. Por este simbolismo el bautismo significa "la comunión con la
muerte de Cristo." (Catecismo. n. 1220).
Sobre todo el paso del Mar Rojo, verdadera liberación de Israel de la
esclavitud de Egipto, es donde se anuncia la liberación obrada por el bautismo,
se entra como esclavos en el agua y salen liberados. También el paso por el
Jordán, donde el pueblo de Israel recibe la tierra prometida, es una
prefiguración de este sacramento. (Cfr. Catecismo 1217-1222).
Todas estas prefiguraciones tienen su culmen en la figura de Cristo. Él mismo,
recibe el bautismo de Juan, el Bautista, el cual estaba destinado a los
pecadores y Él sin haber cometido pecado, se somete para "cumplir toda
justicia" (Mt. 3,15). Desciende el Espíritu sobre Cristo y el Padre
manifiesta a Jesús como su "Hijo amado". (Mt. 3, 16-17). Cristo se
dejó bautizar por amor y humildad, y así darnos ejemplo.
Si recordamos el encuentro de Jesús con Nicodemo, vemos como Él le explica la
necesidad de recibir el bautismo. (Cfr. Jn. 3, 3-5).
Después de su Resurrección confiere la misión de bautizar a sus apóstoles. “Me
ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; id pues, enseñad a todas
las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo”. (Mt. 28, 18-19).
Con su Pascua, Cristo hizo posible el bautismo para todos los hombres. Ya había
hablado de su pasión, "bautismo" con que debía de ser bautizado (Mc.
10,38) (Lc. 12,50). La sangre y el agua que brotaron del costado traspasado por
la lanza del soldado de Jesús crucificado (Jn. 19,34), son figuras del
"bautismo" y de la "eucaristía", ambos sacramentos de la
nueva vida ( 1 Jn. 5, 6-8); desde entonces es posible "nacer del agua y
del Espíritu" para entrar en el Reino de Dios. (Jn. 3,5 ).
Desde el día de Pentecostés, la Iglesia ha administrado el bautismo siguiendo
los pasos de Cristo. San Pedro, en ese día, hace un llamado a convertirse y
bautizarse para obtener el perdón de los pecados. El Concilio de Trento declaró
como dogma de fe que el sacramento del Bautismo fue instituido por Cristo.
¿Cuál es la necesidad del Bautismo?
El Señor mismo afirma que "el bautismo" es necesario para la
salvación (Jn. 3,5). Por ello mandó a sus discípulos a anunciar el Evangelio y
bautizar a todas las naciones (Mt. 28,19-20). Por lo tanto, el bautismo es
absolutamente necesario para la salvación en aquellos a los que el Evangelio ha
sido anunciado y han tenido la posibilidad de pedir este Sacramento (Mc.
16,16).
El Bautismo de deseo, es decir cuando se tiene un deseo explícito,
como sería el adulto que ha manifestado su deseo de bautizarse y muere antes de
poder recibir el sacramento, pero debe de estar unido a un arrepentimiento.
Quien no ha tenido la oportunidad de conocer la revelación cristiana – sin
culpa alguna -, invocan a Dios, están arrepentidos y cumplen con la ley
natural, obtienen la salvación por el bautismo de deseo. Recordemos que Dios
quiere que todos se salven y su misericordia está al alcance de todos.
El Bautismo de sangre, quedan salvados todos aquellos que mueren
por medio del martirio por haber confesado la fe cristiana o por haber
practicado la virtud cristiana. En cuanto a los niños muertos sin el bautismo,
la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia divina, como hace en el rito
de las exequias por ellos.
SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA O COMUNIÓN
¿Cuál es el sentido de la Eucaristía como
Sacramento:
Naturaleza
La eucaristía es el sacramento, en el cual, bajo las especies de pan y vino,
Jesucristo se halla verdadera, real y substancialmente presente, con su cuerpo,
su sangre, su alma y su divinidad.
Se le llama el “sacramento por excelencia”, porque en él se encuentra Cristo
presente, quien es fuente de todas las gracias. Además, todos los demás
sacramentos tienden o tienen como fin la Eucaristía, ayudando al alma para
recibirlo mejor y en la mayoría de las veces, tienen lugar dentro de la
Eucaristía.
La palabra Eucaristía quiere decir acción de gracias, es uno de los nombres más
antiguos y correcto porque en esta celebración damos gracias al Padre, por
medio de su Hijo, Jesucristo, en el Espíritu y recuerda las bendiciones judías
que hacen referencia a la creación, la redención y la santificación. (Cfr. Lc.
22, 19)
1. Es el Banquete del
Señor porque es la Cena que Cristo celebró con sus apóstoles justo antes de
comenzar la pasión. (Cfr. 1 Col 11, 20).
2. Fracción del pan porque
este rito fue el que utilizó Jesús cuando bendecía y distribuía el pan, sobre
todo en la Última Cena. Los discípulos de Emaús lo reconocieron – después de la
resurrección – por este gesto y los primeros cristianos llamaron de esta manera
a sus asambleas eucarísticas. (Cfr. Mt. 26, 25; Lc. 24, 13-35; Hech. 2, 42-46).
3. También, se le dice
asamblea eucarística porque se celebra en la asamblea –reunión - de los fieles.
4. Santo sacrificio,
porque se actualiza el sacrificio de Cristo. Es memorial de la pasión, muerte y
resurrección de Jesucristo.
5. Comunión, porque es la
unión íntima con Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre.
6. Misa, posee un sentido
de misión, llevar a los demás lo que se ha recibido de Dios en el sacramento.
Usada desde el siglo VI, tomada de las últimas palabras “ite missa est".
Institución
En el Antiguo Testamento encontramos varias prefiguracones de este sacramento,
como son:
- El maná, con que se alimentó el pueblo
de Israel durante su peregrinar por el desierto. (Cfr. Ex. 16,) .
- El sacrificio de Mequisedec, sacerdote que en
acción de gracias por la victoria de Abraham, ofrece pan y vino. (Cfr.
Gen. 14, 18).
- El mismo sacrificio de Abraham, que está
dispuesto a ofrecer la vida de su hijo Isaac. (Cfr. Gen. 22, 10).
- Así como, el sacrificio del cordero pascual,
que libró de la muerte al pueblo de Israel, en Egipto. (Cfr. Ex. 12).
Igualmente, la Eucaristía fue mencionada - a manera de profecías – en el
Antiguo Testamento por Salomón en el libro de los Proverbios, donde le ordena a
los criados a ir para comer y beber el vino que les había preparado. (Cfr.
Prov. 9,1). El profeta Zacarías habla del trigo de los elegidos y del vino que
purifica.
El mismo Cristo – después de la multiplicación de los panes – profetiza su
presencia real, corporal y sustancial, en Cafarnaúm, cuando dice: “Yo
soy el pan de vida …… Si uno come de este pan vivirá para siempre, pues el pan
que yo daré es mi carne, para la vida del mundo”. (Jn. 6, 32-34;51)
Cristo, sabiendo que había llegado su “hora”, después de lavar los
pies a sus apóstoles y de darles el mandamiento del amor, instituye este
sacramento el Jueves Santo, en la Última Cena (Mt. 26, 26 -28; Mc. 14, 22 -25;
Lc. 22, 19 - 20). Todo esto con el fin de quedarse entre los hombres, de nunca
separarse de los suyos y hacerlos partícipes de su Pasión. El sacramento de la
Eucaristía surge del infinito amor de Jesucristo por el hombre.
El Concilio de Trento declaró como verdad de fe, que la Eucaristía es verdadero
y propio sacramento porque en él están presente los elementos esenciales de los
sacramentos: el signo externo; materia (pan y vino) y forma; confiere la
gracia; y fue instituido por Cristo.
Cristo deja el mandato de celebrar el Sacramento de la Eucaristía e insiste,
como se puede constatar en el Evangelio, en la necesidad de recibirlo. Dice que
hay que comer y beber su sangre para poder salvarnos. (Jn. 6, 54).
¿La eucaristía tiene la presencia Real de
Jesucristo?
Para entender bien el sentido de la celebración eucarística es necesario tener
en cuenta la presencia de Cristo y Su acción en la misma.
Al pronunciar el sacerdote las palabras de la consagración, su fuerza es tal,
que Cristo se hace presente tal cual, bajo las substancias del pan y del vino.
Es decir, vivo, real y substancialmente. En Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad,
por lo tanto, donde está su Cuerpo, está su Sangre, su Alma y su Divinidad. Él
está presente en todas las hostias consagradas del mundo y aún en la partícula más
pequeña que podamos encontrar. Así, Cristo se encuentra en todas las hostias
guardadas en el Sagrarios, mientras que el pan, signo sensible, no se corrompa.
Está presencia real de Cristo, es uno de los dogmas más importantes de nuestra
fe. (Cfr. Catec. n. 1373 –1381). Como los dogmas, la razón no los puede
entender, es necesario reflexionar y estudiar para, cuando menos, entenderlo
mejor.
Han existido muchas herejías sobre esta presencia real de
Cristo, bajo las especies de pan y vino. Entre ellas encontramos: los gnósticos,
los maniqueos que decían que Cristo sólo tuvo un cuerpo aparente, por
lo tanto, no había presencia real.
Entre los protestantes, algunos la niegan y otros la aceptan, pero con errores.
Unos niegan la presencia real, otros dicen que la Eucaristía, solamente, es
una“figura” de Cristo. Calvino decía que “Cristo está en la Eucaristía porque
actúa por medio de ella, pero que su presencia no es substancial”. Los
protestantes liberales, mencionan que Cristo está presente por la fe, son los creyentes
quienes ponen a Cristo en la Eucaristía.
Lutero, equivocadamente, lo explicaba así: “En la Eucaristía están al mismo
tiempo el pan y el vino y el cuerpo y la sangre de Cristo".
Pero, la presencia real y substancial de Cristo en la Eucaristía, fue revelada
por Él mismo en Cafarnaúm. No hay otro dogma más manifestado y explicado
claramente que este en la Biblia. Sabemos que lo que prometió en Cafarnaúm, lo
realizó en la Última Cena, el Jueves Santo, basta con leer los relatos de los
evangelistas. (Cfr. Mt. 22, 19-20; Lc. 22, 19 –20; Mc. 14, 22-24).
El mandato de Cristo de: “Hacer esto en memoria mía” fue tan
contundente, que desde los inicios, los primeros cristianos se reunían para
celebrar “la fracción del pan”. Y, pasó a hacer parte, junto con el Bautismo,
del rito propio de los cristianos. Ellos nunca dudaron de la presencia real de
Cristo en el pan.
La Transubstanciación
Hemos dicho que la presencia de Cristo es real y substancial, esto nos ha sido
revelado, por lo que, no es evidente a la razón, como dogma que es, resulta
incomprensible. Sin embargo, trataremos de dar una explicación de lo que
sucede.
La Iglesia nos dice que “por el sacramento de la Eucaristía se produce
una singular y maravillosa conversión de toda la substancia del pan en el
Cuerpo de Cristo, y de toda la substancia del vino en la Sangre; conversión que
la Iglesia llama transustanciación” (Cfr. Catecismo. n. 1376).
El dogma de la Transustanciación significa el cambio que sucede al pronunciar
las palabras de la Consagración en la Misa, por las cuales el pan y el vino se
convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, quedando sólo la apariencia de
pan y vino. Hay cambio de substancia, pero no de accidentes (pan y vino), la
presencia real de Cristo no la podemos ver, sólo vemos los accidentes. Esto es
posible, únicamente, por una intervención especialísima de Dios.
SACRAMENTO
DE LA CONFIRMACIÓN
¿Cuál
es el sentido e institución de la Confirmación?
El sacramento de la
Confirmación es uno de los tres sacramentos de iniciación cristiana. La misma
palabra, Confirmación que significa afirmar o consolidar, nos dice mucho.
En este sacramento se fortalece y se completa la obra del Bautismo. Por este
sacramento, el bautizado se fortalece con el don del Espíritu Santo. Se logra
un arraigo más profundo a la filiación divina, se une más íntimamente con la
Iglesia, fortaleciéndose para ser testigo de Jesucristo, de palabra y obra. Por
él es capaz de defender su fe y de transmitirla. A partir de la Confirmación
nos convertimos en cristianos maduros y podremos llevar una vida cristiana más
perfecta, más activa. Es el sacramento de la madurez cristiana y que nos hace
capaces de ser testigos de Cristo.
El día de Pentecostés – cuando se funda la Iglesia – los apóstoles y discípulos
se encontraban reunidos junto a la Virgen. Estaban temerosos, no entendían lo
que había pasado – creyendo que todo había sido en balde - se encontraban
tristes. De repente, descendió el Espíritu Santo sobre ellos –quedaron
transformados - y a partir de ese momento entendieron todo lo que había
sucedido, dejaron de tener miedo, se lanzaron a predicar y a bautizar. La
Confirmación es “nuestro Pentecostés personal”.
El Espíritu Santo está actuando continuamente sobre la Iglesia de modos muy
diversos. La Confirmación – al descender el Espíritu Santo sobre nosotros - es
una de las formas en que Él se hace presente al pueblo de Dios.
¿Cuándo es instituido el sacramento de la
confirmación?
Además encontramos en el Antiguo Testamento, numerosas referencias por parte de
los profetas, de la acción del Espíritu y el propio anuncio de Cristo de una
venida del Espíritu Santo para completar su obra. Estos anuncios nos indican un
sacramento distinto al Bautismo.
El Nuevo Testamento nos narra cómo los apóstoles, en cumplimiento de la
voluntad de Cristo, iban imponiendo las manos, comunicando el Don del Espíritu
Santo, destinado a complementar la gracia del Bautismo. “Al enterarse
los apóstoles que estaban en Jerusalén de que Samaria había aceptado la Palabra
de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Estos bajaron y oraron por ellos para
que recibieran al Espíritu Santo; pues todavía no había descendido sobre
ninguno de ellos; únicamente habían sido bautizados en nombre del Señor Jesús.
Entonces les imponían las manos y recibían al Espíritu Santo”. (Hech.
8, 15-17;19, 5-6).
Los siete dones del Espíritu Santo son:
Don de Ciencia, es el don del Espíritu Santo que nos permite
acceder al conocimiento. Es la luz invocada por el cristiano para sostener la
fe del bautismo.
Don de Consejo, saber decidir con acierto, aconsejar a los otros
fácilmente y en el momento necesario conforme a la voluntad de Dios.
Don de Fortaleza, es el don que el Espíritu Santo concede al fiel,
ayuda en la perseverancia, es una fuerza sobrenatural.
Don de Inteligencia, es el del Espíritu Santo que nos lleva al
camino de la contemplación, camino para acercarse a Dios.
Don de Piedad, el corazón del cristiano no debe ser ni frío ni
indiferente. El calor en la fe y el cumplimiento del bien es el don de la
piedad, que el Espíritu Santo derrama en las almas.
Don de Sabiduría, es concedido por el Espíritu Santo que nos
permite apreciar lo que vemos, lo que presentimos de la obra divina.
Don de Temor, es el don que nos salva del orgullo, sabiendo que lo
debemos todo a la misericordia divina.
Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David. Completan y llevan a su
perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para
obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas.
Los frutos del Espíritu Santo son perfecciones que forma
en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición
de la Iglesia enumera doce:
Caridad.
Gozo.
Paz.
Paciencia.
Longanimidad.
Bondad.
Benignidad.
Mansedumbre.
Fe.
Modestia.
Continencia.
Castidad.
Faltas contra el Espíritu Santo:
Desesperar de la misericordia de Dios.
Presunción de salvarse sin ningún mérito.
La impugnación de la verdad conocida.
La envidia de los bienes espirituales del prójimo.
La obstinación en el pecado.
La impenitencia final.
Actividad
Identifique,
que dones del espíritu santo, puede destacar en sus vida cotidiana, es decir, ¿cuál
de estos dones puede identificar que usted mismo practica sin haberlo sabido y cuál legustaria fotalecer especialmente?
0 Comentarios