Los Sacramentos de Curación

 

Catequesis Parroquial

Tercer Nivel

Tema:

Los Sacramentos de Curación

Reconciliación y unción de los enfermos.  

 

 


 

 

 

 

            La Santa Madre Iglesia, al hablar sobre los sacramentos establece sobre ellos que se dividen en, sacramentos de iniciación cristiana, sacramentos de curación y sacramentos de servicio a la comunidad. Por tal motivo a continuación se prolonga la reflexión sobre esta visión y enseñanza del Magisterio de la Iglesia, que pretende profundizar sobre lo concerniente a dicha estructura de los sacramentos, que ciertamente se corresponden con los bienes y gracias otorgadas en dichos misterios de salvación.

 

            ¿Cuáles son los sacramentos de sanación o curación?

La Iglesia celebra dos sacramentos de sanación: la Penitencia y Reconciliación y la Unción de los Enfermos. En estos sacramentos, la Iglesia celebra el poder sanador de Jesús. Jesús dio a sus apóstoles el poder de perdonar los pecados y sanar a los enfermos en su nombre.

 

El sacramento de la Penitencia

En el sacramento de la Penitencia, los miembros de la Iglesia se reconcilian con Dios y con la Iglesia. En este sacramento, los que están verdaderamente arrepentidos confiesan sus pecados y los sacerdotes los perdonan en el nombre de Cristo y la Iglesia mediante el poder del Espíritu Santo. El sacramento de la Penitencia y Reconciliación fortalece o renueva la gracia. Fortalece a los católicos a vivir según los mandamientos como discípulos de Jesús. Aquellos que se preparan para celebrar la Eucaristía por primera vez deben prepararse para recibir primero el sacramento de la Penitencia y Reconciliación.

-          Naturaleza

Penitencia en su sentido etimológico, viene del latín “poenitere” que significa: tener pena, arrepentirse.

Cuando hablamos teológicamente, este término se utiliza tanto para hablar de una virtud, como de un sacramento.

 

Como virtud moral:

Hace que el pecador se sienta arrepentido de los pecados cometidos, tener el propósito de no volver a caer y hacer algo en satisfacción por haberlos cometidos.

 

Cristo nos llama a la conversión y a la penitencia, pero no con obras exteriores, sino a la conversión del corazón, a la penitencia interior. De otro modo, sin esta disposición interior todo sería inútil. (Cfr. Is. 1, 16-17; Mt. 6, 1-6; 16-18)

 

Cuando hablamos teológicamente de esta virtud, no nos referimos únicamente a la penitencia exterior, sino que esta reparación tiene que ir acompañada del dolor de corazón por haber ofendido a Dios. No sería válido pedirle perdón por una ofensa a un jefe por miedo de perder el trabajo, sino que hay que hacerlo porque al faltar a la caridad, hemos ofendido a Dios. (Cfr. Catec. no. 1430 –1432)

 

Todos debemos de cultivar esta virtud, que nos lleva a la conversión. Los medios para cultivar esta virtud son: la oración, confesarse con frecuencia, asistir a la Eucaristía – fuente de las mayores gracias -, la práctica del sacrificio voluntario, dándole un sentido de unión con Cristo y acercándose a María.

 

A este sacramento se le llama sacramento de “conversión”, porque responde a la llamada de Cristo a convertirse, de volver al Padre y la lleva a cabo sacramentalmente. Se llama de “penitencia” por el proceso de conversión personal y de arrepentimiento y de reparación que tiene el cristiano. También es una “confesión”, porque la persona confiesa sus pecados ante el sacerdote, requisito indispensable para recibir la absolución y el perdón de los pecados graves.

 

El nombre de “Reconciliación” se debe a que reconcilia al pecador con el amor del Padre. Él mismo nos habla de la necesidad de la reconciliación. “Ve primero a reconciliarte con tu hermano”. (Mt. 5,24) (Cfr. Catec. nos. 1423 –1424).

 

Institución:

 

Después de la Resurrección estaban reunidos los apóstoles – con las puertas cerradas por miedo a los judíos – se les aparece Jesús y les dice: “La paz con vosotros. Como el Padre me envío, también yo los envío. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid al Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedaran perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”. (Jn. 20, 21-23). Este es el momento exacto en que Cristo instituye este sacramento. Cristo - que nos ama inmensamente - en su infinita misericordia le otorga a los apóstoles el poder de perdonar los pecados. Jesús les da el mandato - a los apóstoles - de continuar la misión para la que fue enviado; el perdonar los pecados. No pudo hacernos un mejor regalo que darnos la posibilidad de liberarnos del mal del pecado.

 

Unido a esto debemos reconocer que los obispos, son sucesores de los apóstoles, y como tal, reciben esta misma tarea que los apóstoles, y que ellos en su potestad, comparten con los sacerdotes en el grado del presbiterado, y de tal manera se asegura una acción eficaz del espíritu santo en los corazones de los penitentes, que en un movimiento impulsado por el amor se acercan a Dios suplicando su gracia y libertad.

 

El sacramento de la Unción de los Enfermos

El sacramento de la Unción de los Enfermos se administra a aquellos que están muy enfermos o cerca de la muerte. Los familiares, amigos y miembros de la parroquia se reúnen para orar por la sanación y la misericordia de Dios. El sacerdote y las personas reunidas rezan para que el enfermo se sane, y el sacerdote lo unge y ora por su salud. Aquellos que reciben el sacramento se les otorga la gracia de responder a su enfermedad con esperanza y fortalece su fe en un Dios amoroso. Este sacramento puede celebrarse durante la Misa o en cualquier lugar que se necesite, incluso en el hogar o en el hospital donde se encuentra la persona enferma. Los católicos pueden celebrar este sacramento más de una vez.

 

Naturaleza

El sacramento de la Unción de los Enfermos “tiene como fin conferir la gracia especial al cristiano que experimenta las dificultades inherentes al estado de enfermedad y vejez”. (Catec. n. 1527).

 

Es un hecho que la enfermedad y el sufrimiento que ellos conllevan son inherentes al hombre, no se pueden separar de él. Esto le causa graves problemas porque el hombre se ve impotente ante ellos y se da cuenta de sus límites y de que es finito. Además de que la enfermedad puede hacer que se vislumbre la muerte.

 

En el Antiguo Testamento podemos apreciar como el hombre vive su enfermedad de cara a Dios, le reclama, le pide la sanación de sus males. (Cfr. Sal.6, 3; Is. 38; Sal. 38). Es un camino para la salvación. (Cfr. Sal.32, 5; Sal.107, 20) El pueblo de Israel llega a hacer un vínculo entre la enfermedad y el pecado. El profeta Isaías vislumbra que el sufrimiento puede tener un sentido de redención. (Cfr. Is. 53, 11)

 

Vemos como Cristo tenía gran compasión hacia aquellos que estaban enfermos. Él fue médico de cuerpo y alma, pues no sólo curaba a los enfermos, además perdonaba los pecados. Se dejaba tocar por los enfermos, ya que de Él salía una fuerza que los curaba (Cfr. Mc. 1, 41; 3, 10; 6; 56; Lc. 6, 19). Él vino a curar al hombre entero, cuerpo y alma. Su amor por los enfermos sigue presente, a pesar de los siglos transcurridos. Con frecuencia Jesús les pedía a los enfermos que creyesen, lo que nuevamente nos pone de relieve la necesidad de la fe.

 

Institución

 

Cuando Cristo invita a sus discípulos a seguirle, implica tomar su cruz, haciéndoles partícipes de su vida, llena de humildad y de pobreza. Esto los lleva a tomar una nueva visión sobre la enfermedad y el sufrimiento y los hace participar en su misión de curación. En Marcos 6, 13 se nos insinúa como los apóstoles, mientras predicaban, exhortando a hacer penitencia y expulsaban demonios, ungían a muchos enfermos con óleo.

 

Una vez resucitado, Cristo les dice: “que en Su nombre ……. impondrán las manos sobre los enfermos…” (Mc. 16, 17-18). Y queda confirmado con lo que la Iglesia realiza invocando el nombre de Jesucristo. (Hech. 9, 34; 14, 3).

 

Sabemos que esta santa unción fue uno de los sacramentos instituidos por Cristo. La Iglesia manifiesta que, entre los siete sacramentos, hay uno especial para el auxilio de los enfermos, que los ayuda ante las tribulaciones que la enfermedad trae con ella. Ahora bien, sabemos que ni las oraciones más fervorosas logran la curación de todas las enfermedades y que los sufrimientos que hay que padecer, tienen un sentido especial, como nos lo dice San Pablo: “completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia”. (Col.1, 24)

 

Ante el mandato de: “¡Sanad a los enfermos!” (Mt. 10, 8), la Iglesia cumple con esta tarea tanto por los cuidados que les da a los enfermos, como por las oraciones de intercesión.

 

Actividad

 

1. ¿A qué se le llama pecado contra el Espíritu Santo? ¿Se puede obtener el perdón por este tipo de pecado?

2. ¿Qué es la excomunión y en qué consiste?

3. ¿A qué se le llama el Sujeto de la Reconciliación?

4. ¿Cuáles son los dos elementos fundamentales que encontramos en la celebración del Sacramento de la Confesión?

5. ¿Cuál es el fin del Sacramento de la Unción de los Enfermos?

6. ¿Cuáles son las condiciones que debe cumplir el sujeto para recibir el Sacramento de la Unción de los Enfermos?

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